Aquel chico.
- Colgada Palmera
- 13 feb 2017
- 2 Min. de lectura
Ya sentada en el tren, volviendo a donde vivo, siento esa nostalgia de que este viaje único haya terminado: Mi primer viaje como mochilera. Me pongo a pensar en cada día vivido y en cada historia de las personas que conocí, cada una especial a su manera. El Norte Argentino tiene mucho que contar.
¡Jamás se me borrara la imagen de aquel chico!
El jueves a la mañana no sabia que hacer y hablando con la dueña de la casa donde me alojé me dio la idea de conocer las Siete Cascadas en el Río Colorado, Cafayate, Salta.

Partí al medio día por un camino desierto, solo con la compañía de mi mapa y el mate, esenciales a la hora de viajar. Al llegar al Río Colorado me indicaron que tenia que caminar por la orilla del mismo hasta chocar con la primer cascada. Después de un largo rato de caminata, me empecé a preocupar, me encontraba sola, sin señales de ninguna cascada y nadie a quien consultar. De repente veo una señal, eran rocas colocadas una sobre otras siguiendo el orden del tamaño -chica, mediana, grande- y en hilera, como marcando un camino, por lo tanto, las comencé a seguir. Al terminar el camino de rocas me encontré con un chico tocando la quena bajo un árbol, le pregunte si estaba yendo por el camino correcto y por donde debía seguir, me dijo que había seguido el equivocado, que esas rocas no llegaban a ningún lado, que él las puso así por diversión y me explico como hacer para llegar. Charlamos un rato y me contó su historia de vida. Me sentí muy identificada. Él realizó el mismo viaje que yo, pero decidió cortar con la rutina y quedarse a vivir allá.
Hizo lo que yo tanto quise y no me animé.
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