Viaje de mochilero.
- Colgada Palmera
- 13 feb 2017
- 2 Min. de lectura

Mi viaje empezó desde el día que compré el pasaje, pero no el viaje en si, sino un viaje soñado que comenzaba de a poco a hacerse realidad. Viaje desde Rosario hacia Tucumán en tren, para conseguir el pasaje tuvimos que hacer una cola de casi 4hs y con 6 meses de anticipación a nuestra fecha de salida real, ya que sino tendríamos que buscar otra forma de llegar al destino y la diferencia de precio era notable, tenemos 21 años y todavía nos mantienen nuestros padres, a eso me refiero con el comienzo del viaje, un proceso en donde nos esforzamos para juntar la plata justa como para poder recorrer, con conciencia de que darnos el gustito estaba en conocer y vivir la experiencia, donde nos adentraríamos en la cultura, que por mas que sea dentro de Argentina, no podemos comparar las formas de vivir de un extremo de la misma que con su capital que es de donde provenimos. Un recorrido de 24hs para llegar a Tucumán, un viaje tranquilo donde el mate y las cartas eran esenciales. En cuanto pisamos la tierra de la independencia me acorde de lo que dijo mi mamá antes de salir, "Espero recibir aunque sea un mensaje por día", entonces lo primero que hice fue avisar que llegamos bien y hacia donde íbamos a ir. Nuestra idea era recorrer las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy, tocando los puntos que más nos habían gustado a la hora de investigar el lugar al que iríamos, aunque no teníamos planeado un recorrido en si e íbamos viendo sobre la marcha. Compartimos experiencias con otros mochileros, nos dábamos consejos, nos ayudábamos, ya que todos estabámos en la misma situación, todas las tardecitas nos encontrábamos en las plazas de los pueblos norteños para conocernos, jugar a la pelota, cantar, leer, expresarnos. Cumplimos con nuestro objetivo de viaje y más. Logramos recorrer 15 pueblos en menos de un mes, dedicándole un promedio de dos días por pueblo. Nuestro único equipaje era la mochila de cada uno, donde llevábamos lo mínimo e indispensable, por suerte en nuestra época de viaje, fines de enero principio de febrero, se podía sentir ese calorcito liviano, y no la humedad pesada de Buenos Aires, el abrigo era solo una campera y una frazada, aunque terminamos comprando otra artesanal en Jujuy para pasar las noches frescas, el resto era ropa liviana, creo que por eso me entro todo en la mochila. Ademas contábamos con un botiquín y productos de limpieza personal, música, mapas y muchas ganas de conocer esta experiencia hermosa que es el ser mochilero. En nuestro viaje de vuelta en tren, aunque sabíamos que se había terminado, veníamos emocionados por contar nuestras experiencias, donde mi novio logro perder el miedo a la altura, ya que escalábamos montañas de 4000m, yo aprendí a jugar al truco y a prender el fuego para hacer un buen asado. Volvimos renovados, esa experiencia nunca se termina, al ver las fotos y contar las historias se nos eriza la piel como si volviéramos a estar en ese mismo lugar y momento.
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